¿Qué es la normalidad?
Se supone que ser normal es llevar una vida igual o parecida a lo que dicta la mayoría. Si todos van de rojo, lo normal sería vestir el rojo. Y si todos visten el azul, eres el raro que va de rojo. Es así, ¿No? Vale, pero entonces, ¿Que es lo que hace la mayoría? La mayoría va al colegio, pasa al instituto, elige una rama de bachillerato, se gradúa, elige una carrera, va a la universidad, se vuelve a graduar, hace unas prácticas, consigue un trabajo y se muda. Podemos cambiar universidad por grado o lo que sea, tampoco importa mucho eso mientras que te guíe a una vida laboral plena.
Y ya está. Esa es la vida fácil y normal, la que nuestros padres desean para nosotros. Estabilidad, una pareja, un perro lanudo y retirarse a la casa de un lago tras la jubilación tras la que te regalan un reloj de oro tus compañeros de la empresa en la que llevas trabajando los últimos veinte años de tu vida.
Pero yo me pregunto, ¿Es ese el sueño de alguien? Parece que alcanzar la vida estable es el objetivo de muchos pero, ¿Acaso ansiamos la normalidad? Nadie "normal" sueña con ser "normal". Entonces, ¿Por qué quienes persiguen sus sueños son los raros? ¿Por qué no ha triunfado nadie "normal"?
Una chica "normal" vive enamorada de Brad Pitt. Nadie vería raro eso. Como tampoco verían raro que admirase a Jennifer Lawrence, o que deseara la vida de Lea Michele. Y, curiosamente, todos ellos fueron (y son) los raros. Los "normales" admiran a "los raros". Y PUM, te explota la cabeza. ¿Pero no son los mismos que discriminan a "los raros" en el instituto? Sí, esos mismos. Oh, vaya.
Todos disfrutamos con Juego de tronos, pero quien lo escribió estaba siendo raro. Si Tolkien no hubiera creado monstruos horrendos por los que quizá se rieran de él, no veríamos a Orlando Bloom en la gran pantalla en El señor de los anillos. Si todos hubiéramos creído que alguien fuera del canon de belleza no podía ser una celebretie, nuestros oídos no se relamerían escuchando la fantástica voz de Barbra Streisand. Si Rowling hubiera sentido vergüenza ante quienes no creían en ella, ahora no sería la mujer más rica de Gran Bretaña y no habría dado vida a todo un héroe de varias generaciones, quien, por cierto, también es uno de esos "raros".
No es por nada, pero al menos yo no sé de nadie que haya estudiado ADE y ahora tenga una mansión en Montecito, como aquel marginado de la clase que resultó ser un genio. Queremos alcanzar la normalidad, pero la normalidad no es éxito. La normalidad es estabilidad, pero no es felicidad ni realización. La normalidad no es lo que se halla en la cima de la pirámide de Maslow.
Si quieres gustarle a la gente, adelante, sé como ellos quieren. Véndele tu vida a los likes de Facebook. Sí, tendrás más amigos, pero tus satisfacciones no pasarán de mucho más. Pero si te atreves a no gustar, a crear cosas que hagan que los demás se rían por ser demasiado "raro", puede que logres gustar a alguien excepcional, alguien que crea en ti ciegamente, que te brinde una oportunidad de alcanzar el éxito.
No sé tú, pero yo prefiero ser anormal. Prefiero no ser realista. Elijo soñar. Alguien me dijo una vez que aquellos que habían triunfado no habían sido realistas. Que Shakespeare no era realista cuando eligió ser dramaturgo. Ni Steve Jobs era realista cuando visionaba sus inventos. Prefiero saltarme la fase de buscar trabajo de lo mío e intentar alcanzar mi sueño. ¿Que no le gustaré a muchos? Seguro. ¿Que otros se reirán? También. Pero solo hay una cosa totalmente asegurada, que si no lo intentas nunca lo conseguirás. Y prefiero morir habiéndome pasado la vida intentándolo y no habiéndolo conseguido, antes que morir en mi casa del lago, con el reloj de oro en la muñeca arrepintiéndome de no haber vivido la vida que siempre deseé.
¿Ser normal? No, gracias, prefiero ser feliz.
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