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La vida es esta

No quiero que penséis que este es un post Mr. Wonderful en el que os hablo de lo bonita que es la vida u os trato de dar lecciones de cómo vivirla. Más que otra cosa, este post es una amalgama de pensamientos que me rondan la cabeza y de los cuales me apetece hablar.


A mis 28 años, he dado muchos bandazos a lo largo de mi vida. Hace una década, cuando entré en este maravilloso mundo de la mayoría de edad y el adulting, tenía unas expectativas y estas no solo no se han visto cumplidas, sino que han ido transformándose en todo este tiempo. La cuestión es que tendía a soñar a lo grande y a posponer la felicidad, de modo que pensaba cosas como "cuando termine de estudiar viviré no sé dónde, trabajaré en no sé qué, me compraré una casa de esta manera...". Y tener metas está muy bien, el error es pensar que tu vida comenzará entonces, y no es así.


Lo que quiero decir es que la vida no es la búsqueda de esas grandes metas, sino todo lo que hay entre medias. El valor no reside en el chalet que te quieres comprar algún día, sino en todas las tardes que pasas haciendo las cosas que disfrutas. Y, aunque esto pueda parecer una obviedad, me ha costado mucho llegar a este punto.





La dificultad de hacer lo que te hace feliz

Recuerdo que hace semanas quedé con una de mis mejores amigas para tomar un café y ponernos al día de nuestras cosas. El trabajo, los estudios, la pareja... Todo eso. Y, después de mucho hablar (nos tiramos varias horas en el mismo sitio), llegamos a una conclusión que podría parecer muy obvia pero no lo es tanto. Y es la siguiente: da igual en qué trabajes, lo importante es ser feliz.

"¡No me digas!", pensaréis, pero no es tan simple. Ambas tenemos una teoría que sé que comparte mucha gente. Nuestra generación, aka los "odiados" millennials, tenemos un grave problema laboral-aspiracional. Nuestros padres, quienes tienen trabajos de lo más cotidianos, nos han repetido desde pequeños que nosotros tenemos que llegar a más, que tenemos más oportunidades y que podemos ser lo que queramos.

MEN-TI-RA.

Pero claro, a fuerza de repetirnos eso nos lo llegamos a creer y nos construimos unas expectativas que, ¡sorpresa!, están lejos de cumplirse. Pero la cuestión es que no necesitamos poner todos nuestros sueños en una espectacular carrera profesional porque la felicidad no es eso. La felicidad es estar a gusto contigo mismo. Es levantarte cada día con ilusión por lo que vas a hacer, sea lo que sea, y hacerlo junto a los que quieres. Así que sí, haz lo que verdaderamente te haga feliz.



El fin de una década


Iba a decir eso de "¿os dais cuenta de que se acaba la década de 2010?", pero luego me he percatado de que todo el mundo está hablando del tema, así que sí, ya os habéis dado cuenta. Aún así, sigo un poco en shock con la idea. Tengo la sensación de que, a pesar de que el tiempo pasa lento, cuando miras hacia atrás parece que ha sido solo un suspiro.

Cuando empezó el 2010, yo no tenía la noción de que comenzaba una nueva década, quizá porque era diez años más joven, pero esta vez es como si fuera plenamente consciente de ello. Puede que sea porque ha sido una década decisiva o porque he dejado atrás no una sino dos etapas de mi vida, pero esta vez me estoy parando mucho a reflexionar sobre el paso del tiempo.

Echando la vista atrás, puedo ver todas las diferencias de mi 'yo' actual con mi 'yo' del pasado. La entrada de hoy es una restrospectiva de estos diez años y un momento de valoración de mi estado actual. Al fin y al cabo, todo lo que soy hoy y lo bien que me encuentro son la consecuencia de aquello por lo que he pasado en estos últimos años.


La vida no es una línea recta

Estaba navegando por mis blogs favoritos cuando leí la siguiente frase en el de Carly (que, para los que no me conozcáis lo suficiente, es mi #1 blogger favorita incuestionable): "la vida no sigue una línea recta, ni siquiera para aquellos que tienen todo planeado". Lo cierto es que nunca suelo escribir un post reflexivo basado en otro anteriormente escrito, pero cuando leí esto supe que tenía que "hablar" de ello.

Por unas cuestiones o por otras, esta es mi situación personal. Si la vida realmente fuera una línea recta, yo hace tiempo que hubiera descarrilado. En este punto de mi vida siento que voy dando tumbos. He cambiado tantas veces de rumbo que he olvidado cuál era mi meta original, si es que alguna vez tuve una.

Pero aunque pueda sonar triste o decepcionante, para mí es todo lo contrario. Ya no es que mi vida no sea una línea recta, sino que me niego a pensar que pueda serlo. Si me hubieran preguntado acerca del tema hace tan solo unos meses, probablemente me hubiera puesto a llorar desconsoladamente, pero en este momento creo firmemente que no tener un camino marcado es lo mejor que nos puede pasar.


Foto hecha por Manuel Laya

Por qué me he relajado en Instagram

No os engañéis, me encanta la red social Instagram, tanto para compartir contenido como para inspirarme con las aportaciones de los demás. Sin embargo, los últimos días de agosto no he estado publicando todo lo que yo solía. Normalmente, me propongo como objetivo publicar una vez al día o, como mucho, cada dos o tres -si estoy especialmente ocupada con otros asuntos-.

No es algo que me cueste, francamente, porque solo le tengo que dedicar entre cinco y diez minutos de mi día, lo que puedo sacar en un pequeño descanso del trabajo o del estudio. Además, lo hago a través de otra app que me programa la publicación. 

Sin embargo, estos últimos días no lo he cumplido. En parte porque me he dejado llevar por el relax (muy necesario) de las vacaciones y en parte - GRAN parte - porque no he querido. Y, al parecer, no he sido la única. (Para más ejemplo, esta publicación de Vanessa de OnlyNess).

¿Que por qué no he querido? Pues eso es justamente lo que os vengo a contar hoy. Y, probablemente, más de uno se sentirá identificado.

Foto de Luxmantica Photos / Manuel Laya

Elegir tu carrera no va a definir tu vida

Últimamente no hago más que encontrarme gente indecisa. Personalmente, odio tomar decisiones y es algo que me supone pasar por una temporada de dolores de estómago (por no decir de cabeza), así que lo entiendo perfectamente. Concretamente, muchos de los adolescentes con los que hablo, normalmente hermanos de amigos o hijos de compañeros de mi madre, están pasando el peor tiempo de su vida intentando averiguar qué es lo que quieren hacer en el futuro o qué opción tomar con respecto a sus estudios.

Por si hay alguien que se sienta identificado con la descripción, yo no voy a solucionar ese problema, quiero que lo sepas, pero quiero ayudar a que consigas llegar a la decisión haciendo que te sientas menos nervioso. Dicho por alguien que ha terminado sus estudios, los que siempre quiso hacer, no hay literalmente nada de lo que preocuparse.

Elegir una carrera, ya sea universitaria o no, es un paso importante, sí, pero no lo suficiente. Una carrera, aunque ahora puedas pensarlo, no va a definir tu vida. Ni siquiera tu trabajo. En muchas ocasiones tan solo es un mero trámite.

Es evidente que ahora no lo ves así. Yo tampoco lo veía así. Lo pasé terriblemente mal en el verano anterior a empezar la universidad y ese malestar no se me pasó hasta que tomé una decisión. Creía que estaba tomando la decisión más trascendental de mi vida, pero estaba completamente equivocada. Y te diré por qué.


Foto hecha por Manuel Laya.
Por si nunca me habíais visto trabajando. Estaba en un pleno de la Diputación.

Best winter ever



Soy una persona que tiene unas altas expectativas para todo, especialmente con las cosas que me importan y deseo que salgan bien. Normalmente, rara vez esas expectativas se cumplen y acabo arrepintiéndome de no haber hecho tal o cuál cosa. Concretamente, siempre he tenido grandes planes para mis inviernos. Quería ir a esquiar, quería volver a usar mi trineo, quería hacer cosas tan simples como tomarme un té junto a una chimenea... Sobra decir que no lo conseguí.

Hasta ahora. Este ha sido uno de los mejores inviernos que he vivido. Y no puedo decir que haya sido por una cosa en especial, sino por un conjunto de circunstancias. No solo he cumplido algunos de los deseos de mi lista (irme de viaje a los Pirineos, esquiar, usar mi trineo), sino que me divertido y me he sentido muy a gusto con las personas que me rodean.

Influencer

Hace tiempo, cuando compartí una imagen en Instagram, una chica me ofreció colaborar con ella para promocionar uno de sus productos en la red social. A lo que añadió, especificando, "como influencer". Supongo que me quedé pensando un poco en ello, con ese término dando vueltas en mi cabeza, y que eso fue lo que me hizo ver la palabra "influencer" en todos los titulares, en artículos, en promociones... Influencer.



Quiero remarcar que yo no soy una influencer. No es solo el hecho de que no me considere como tal, sino que, literalmente, no lo soy porque mi blog no tiene las cifras y el engagement suficiente como para serlo. Vaya eso por delante.  Pero, aparte de eso, hay algunas cosas sobre las cuales me gustaría reflexionar.

Convivir con la pérdida

De pequeños solemos pensar que la realidad que vivimos es como siempre va a ser, que hay una jerarquía inamovible entre hijos, padres y abuelos. Yo recuerdo que pensaba que siempre iba a ser una niña. Sí, tenía constancia de que cumplía años, pero no de lo que eso significaba realmente. No sé, es raro. La cuestión es que, hasta cierta edad, no notamos los cambios en nuestra vida. Situación económica, mudanzas, rupturas, pérdidas...

Llevo unos días pensando que, quizá, parte de la madurez sea aprender a convivir con la pérdida. Si de pequeños apenas nos percatábamos, de adolescentes lo sentimos más. Las primeras rupturas son muy dolorosas, el distanciamiento con grandes amigos, la pérdida de un ser querido... Conforme vamos creciendo es cuando vamos aprendiendo que todo eso es parte natural de la vida y que hay que convivir con ello de la mejor manera posible, ya que las personas van y vienen en nuestras vidas, por unas u otras razones.

Todo esto ha venido a raíz del fallecimiento de mi abuelo. (Es por eso que mi actividad en el blog se vio afectada). Para mí, está siendo muy difícil, pero, por otro lado, una parte de mí sabe que es un proceso natural por el que tenía que pasar tarde o temprano y del que no se libra nadie. Dejando a un lado los tópicos, esa es la única verdad que hay que pensar cuando toca enfrentarse a un pérdida.




Tell 'em that is my birthday! (OOTD / Photo session)

¡Es mi cumpleaños! (Tiro confeti)







Pues sí, hace exactamente 23 años que vine al mundo. Cuántas cosas han pasado desde entonces... A cada segundo, a cada minuto, no nos damos cuenta, pero la vida pasa. Hay veces que creemos vivir en un momento para siempre, pero no es así, y, casi sin percatarnos, el tiempo se agota. Se podría decir que nuestras vidas son como relojes de arena puestos en fila en largas hileras, y su arena no deja de caer, lentamente. Suena tétrico y medio pesimista, sí, pero no pasa nada. La vida es muy larga, aunque muchos digan lo contrario. Como dije una vida en este mismo blog, la vida es lo más largo que tenemos. Y cumplir años no es ponerse un peso más en la espalda, sino subir un pequeño peldaño cada vez, aprendiendo más y más.

Birthday Wishlist (Y una pequeña charla sobre regalos)

Mi cumpleaños está a la vuelta de la esquina, el 30 de junio. Apenas quedan 3 días para que llegue la hora en que hace 23 añitos que vine al mundo (para traer el bien). Siempre me ha encantado mi cumpleaños. Para mí era como el único día en que lo especial era yo. Ya no me siento tanto así, pero en parte me sigue gustando porque me encanta organizar fiestas y para la mía propia suelo ser muy creativa y tirar la casa por la ventana.

Hoy voy a abrir mi cajón de los deseos para vosotros, para que me conozcáis más y sepáis por qué cosas suspiro cuando navego en Pinterest u hojeo una revista. os presento mi lista de deseos de cumpleaños de este año.

Pero antes...


Una breve introducción

Podréis llamarme materialista, pero creo que las personas que dicen no estar emocionadas por sus regalos mienten. Porque no es el regalo en sí, sino lo que representa. Cuando alguien te hace un regalo significa que ha pensado en ti, en cómo eres, en lo que te apasiona y lo que no soportas, y se ha pasado un tiempo buscando ese algo especial, aunque sea una chorradita, con la ilusión de que sonrías al abrirlo. Un buen regalo te demuestra que te han escuchado, que han sabido captar tu personalidad, tu esencia y esos pequeños detalles. 

Por eso a mí no hay nada que me dé más coraje que no acierten con un regalo. No es porque sea barato, no es porque sea feo o no es porque sea uno en vez de cuatro. Cuando alguien no acierta con un regalo es que no te conoce. No es tan difícil conocernos, aunque a veces lo parezca. Siempre va a haber un hobby, un color favorito, un estilo, una película, un grupo de música... Hay veces que, por muy bonita que sea la taza, la persona del cumpleaños no toma infusión. Y, sobre todo, hay veces que no basta con salir 10 minutos y coger cualquier cosa aparentemente cuca de la tienda de regalos, porque la persona sabe que no te has molestado tan siquiera en pensar. A esas cosas me refiero.

Y, además... ¡Qué narices! Pongamos las cartas sobre la mesa. ¡Nos encantan los regalos! Bueno, sin generalizar, porque hay personas que realmente pasan de esas cosas y me parece estupendo. Pero existimos las personas a las que nos entusiasma abrir un regalo y hacérselo a otra persona. Yo soy de esas personas. Esperamos ansiosos toda la cena del cumple de un amigo solo para verle la cara al abrir nuestro regalo (el cual nos hemos esforzado mucho en escoger). Fantaseamos con los regalos que tendremos la noche de Navidad. Nos ilusiona pensar que nuestra amiga se ha acordado de eso que queríamos para el cumpleaños.

No es ser materialista, es tener ilusión un día al año.


Here Comes the Sun

Ya huele a primavera, ¿verdad? Y no lo digo como una de esas "frases hechas" que se dicen, sino porque es verdad. Esta mañana he colgado la ropa fuera, cosa que hago cuando vuelve el buen tiempo, y el olor del ambiente era diferente. Olía a primavera.

Y es que, como decían los Beatles, Here Comes the Sun tururu. Cuando sale el sol es como si todo mejorase de repente. Tenemos más energía y más ganas de hacer cosas. En definitiva, somos más positivos. Somos como las lagartijas, en cuanto hace un poquito de sol, todos salimos en busca de esos rayos curativos que no hemos visto en meses. Y comenzamos a ver flores, sentir el calor, los días son más largos... En fin, parece que todo mejora un poquito.




Vive la vida que has imaginado

Vivimos en un mundo en el que existen demasiados “Debería hacer…”. Pero no hablo de los propósitos de Año Nuevo ni nada de eso. Hablo de lo que está considerado como el deber. Graduarse en el instituto e, inmediatamente, hacer una carrera. Como si eso fuera una meta o la única vía hacia el éxito. Y, cuando tenemos dicha carrera, hacer unas prácticas y encontrar un puesto de trabajo digno. Te guste o no.

Pero, ¿por qué? Cuando hay una persona que se rebela contra todo esto y dice “No me apetece” todos se le echan encima como leones. “¡Deberías hacerlo!”. Como si solo existiera un camino para todos. Como si todo el que estudia derecho tuviera que trabajar en el mismo bufete durante 50 años. Como si todo estudiante de periodismo tuviera que trabajar en El País. Como si todo el que tiene filología tuviera que ser profesor. ¿Y si no quiere? ¿Y si después de terminar la carrera se ha dado cuenta de que lo que ama es cocinar? “¡Pero no puede, porque tiraría su carrera a la basura!”

¿Y qué? La vida es cambio. Es descubrimiento. Es salirte del camino establecido para abrirte paso entre la hierba por la que nadie ha pisado antes. Yo no sé vosotros, pero aún estoy experimentando la vida. Será que no leí bien el manual de instrucciones, pero yo me he dado cuenta de que solo me siento cómoda realizando aquello que va bien para mí según yo, aunque el resto del mundo no lo vea así. Quiero llegar a la vida que me he imaginado, no a la que todos creen que debo llegar.




Los días activos son días creativos

Si hay algo que he aprendido en mis cuatro años en la universidad, es que, cuantas más cosas tienes que hacer, más haces y con mejores resultados. Sin embargo, los días flojos en los que te pasas vagueando la mayor parte del tiempo, apenas te cunden para un par de cosas, aunque no tengas absolutamente nada que hacer. Y es que, cuando vemos que tenemos mucho tiempo por delante, nos relajamos, y demasiado. Cuando nuestro horario es más ajustado, siempre sabemos hacerlo cuadrar para que las horas se estiren como el chicle rosa.

Pero no solo eso. Está probado que un estilo de vida sano y activo nos beneficia en muchos sentidos de la vida. Uno de esos sentidos es la creatividad. Hace tiempo que tenía un bloqueo creativo y tengo que entregar una novela para un concurso, por lo que estaba un poco nerviosa. Había llegado un punto en que no sabía cómo resolver la situación. ¿Y sabéis lo que hice? ponerme las zapatillas de deporte y salir a andar unos kilómetros con música. La inspiración vino como una cascada sobre mí, no solo en lo que refería a la novela del concurso. Y ese día pude comprobar que...


Be positive!



Cuando un viaje de seis horas se transforma en uno de doce. Cuando tras las ventanas del coche en dicho viaje solo se ven terrenos secos y el brillo de un sol infernal en la carrocería del coche de delante. Cuando te das cuenta de que has olvidado algo importante en un área de servicio que pasaste hacía hora y media y debes regresar. Cuando, por culpa de todo aquello, te tienes que resignar a disfrutar de un día menos de vacaciones.

Ay, las vacaciones... La época en la que descansamos de todo el estrés de nuestras vidas, del humo de las ciudades, de las personas que estamos obligados a aguantar... Es curioso como en muchas ocasiones el tiempo de respiro se convierte en el tiempo de estrés y lo único que te tranquiliza es visualizar el día de la vuelta a casa, que, de repente, se transforma en el mismísimo paraíso.

Crecer

Nunca me ha gustado la idea de crecer. Durante toda mi vida he deseado algún método para permanecer en la mejor edad posible. Primero pensaba que los quince eran lo mejor, hasta que llegaron los dieciséis y las ventajas de estar en bachillerato. Después desee tener para siempre esos fantásticos diecisiete, hasta que los dieciocho y sus fiestas me hipnotizaron. Me volvió a suceder con los diecinueve y la vida universitaria, y, evidentemente, con los veinte. Pero cada vez que deseaba no crecer, más me daba cuenta de que lo que no deseaba era volver a los que había creído mis mejores años.

Una vez, caminando junto a mi madre por el paseo marítimo de Las Arenas, le pregunté si ella no desearía volver a ser joven, a tener mi edad por aquel entonces. Su respuesta que sorprendió: un rotundo no. Me dijo que disfrutaba de las novedades de cada año y que, sobre todo, no deseaba volver a la adolescencia, la cual recordaba como una pesadilla llena de granos. Para mí, una adolescente en plena edad del pavo, me pareció una locura. Los adolescentes no teníamos preocupaciones más allá de los exámenes, el acné, los chicos de clase y los aparatos dentales. Podíamos perder la tarde jugando a la PS y no pasaba nada.


¿Normalidad? No, gracias.

¿Qué es la normalidad?

Se supone que ser normal es llevar una vida igual o parecida a lo que dicta la mayoría. Si todos van de rojo, lo normal sería vestir el rojo. Y si todos visten el azul, eres el raro que va de rojo. Es así, ¿No? Vale, pero entonces, ¿Que es lo que hace la mayoría? La mayoría va al colegio, pasa al instituto, elige una rama de bachillerato, se gradúa, elige una carrera, va a la universidad, se vuelve a graduar, hace unas prácticas, consigue un trabajo y se muda. Podemos cambiar universidad por grado o lo que sea, tampoco importa mucho eso mientras que te guíe a una vida laboral plena.

Y ya está. Esa es la vida fácil y normal, la que nuestros padres desean para nosotros. Estabilidad, una pareja, un perro lanudo y retirarse a la casa de un lago tras la jubilación tras la que te regalan un reloj de oro tus compañeros de la empresa en la que llevas trabajando los últimos veinte años de tu vida.