De pequeños solemos pensar que la realidad que vivimos es como siempre va a ser, que hay una jerarquÃa inamovible entre hijos, padres y abuelos. Yo recuerdo que pensaba que siempre iba a ser una niña. SÃ, tenÃa constancia de que cumplÃa años, pero no de lo que eso significaba realmente. No sé, es raro. La cuestión es que, hasta cierta edad, no notamos los cambios en nuestra vida. Situación económica, mudanzas, rupturas, pérdidas...
Llevo unos dÃas pensando que, quizá, parte de la madurez sea aprender a convivir con la pérdida. Si de pequeños apenas nos percatábamos, de adolescentes lo sentimos más. Las primeras rupturas son muy dolorosas, el distanciamiento con grandes amigos, la pérdida de un ser querido... Conforme vamos creciendo es cuando vamos aprendiendo que todo eso es parte natural de la vida y que hay que convivir con ello de la mejor manera posible, ya que las personas van y vienen en nuestras vidas, por unas u otras razones.
Todo esto ha venido a raÃz del fallecimiento de mi abuelo. (Es por eso que mi actividad en el blog se vio afectada). Para mÃ, está siendo muy difÃcil, pero, por otro lado, una parte de mà sabe que es un proceso natural por el que tenÃa que pasar tarde o temprano y del que no se libra nadie. Dejando a un lado los tópicos, esa es la única verdad que hay que pensar cuando toca enfrentarse a un pérdida.